#RebeliónCientífica ¿una invitación a la imaginación radical?

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La publicación del polémico tercer informe del Panel de Expertos para el Cambio Climático (IPCC) que funciona en el ámbito de la ONU, fue la gota que acabó con la paciencia de un grupo numeroso de científicos en el mundo entero. Científicos que cambian su puesto de trabajo por el de activistas y actúan desde la plataforma internacional Scientific Rebellion. 

“Somos personas pertenecientes a la comunidad científica rebelándonos ante la inacción política frente a la crisis climática y ecológica. Durante décadas nuestros avisos no han sido escuchados, por lo que debemos pasar a la acción. Somos la Rebelión Científica”. 

 


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Este tercer informe del IPCC dedicado a la mitigación de los efectos del cambio climático, advierte de la urgencia en reducir drásticamente el uso de combustibles fósiles en la próxima década como medida fundamental para aproximarse al objetivo de “sólo” +1,5ºC. Sin embargo, los líderes planetarios políticos y económicos no parecen enterarse y se mantienen en el actual modelo de producción consumo y crecimiento infinito, que habilita a prever un calentamiento de casi 3ºC.

En la semana del 4 al 9 de abril fue convocada una huelga científica a nivel global. Acciones de desobediencia no violenta tuvieron lugar en centros de investigación y casas de estudio que fueron ocupadas de manera pacífica para llamar la atención ciudadana y mediática.

 

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Greenpeace también reaccionó ante el informe del IPCC con una campaña en la que repasa los reclamos fundamentales. Cortar la dependencia de los combustibles fósiles; proteger al menos un 30% de todos los ecosistemas en la tierra y en los océanos para darles la oportunidad de recuperarse a si mismos; asegurar biodiversidad y que el planeta se sane a si mismo; justicia y solidaridad; un marco judicial internacional sólido para que empresas y gobiernos rindan cuentas por los daños y la explotación que causan.

“Este es el comienzo del cambio que necesitamos” afirman los científicos, desplegando una estrategia que pone foco en la sensibilización ciudadana y confía en un proceso de crecimiento y movilización con la visión de “una sociedad mejor a través de una co-gobernanza climática con la ciencia y la ciudadanía en el centro de la acción de una transformación profunda y sistémica”.

¿Por qué el poder político y el poder económico ignoran la evidencia científica?

No tenemos aquí la respuesta pero podemos aventurar algunas ideas.
Priyadarshi Shuk, copresidente del Grupo de Trabajo III, sostiene que “contar con las políticas, la infraestructura y la tecnología adecuadas para cambiar nuestros estilos de vida y comportamientos puede suponer una reducción del 40-70% de las emisiones de gases de efecto invernadero para 2050. Esto ofrece un importante umbral sin explotar”.


“La imaginación necesita espacio”, afirma Rob Hopkins, activista y escritor, autor del libro y del podcast, From what if to what’s next. Y Shuk, sin saberlo, puede estar insinuando algo cuando habla de ese “importante umbral sin explot(r)ar”, políticas adecuadas para hacer posible un cambio de nuestros estilos de vida hacia una convivencia sostenible. 

El informe habla de 10 años como plazo máximo para el desenganche drástico del uso de combustibles fósiles. Lejos del enfado o la resignación, Hopkins sugiere vivirlos como la década de la imaginación radical.

Una invitación digna de ser explorada.

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